Lelo y extasiado, el hombre alto, de pelo entrecano, vestido de negro, observó calladamente la actuación del Dúo Sensacional un diciembre de hace dos años en la plaza principal de Turbaco, mientras lágrimas brotaban de sus ojos y sus manos querían arañar el cielo. Cada vez que Carlos Malo con su prodigiosa voz cantaba una estrofa del ‘Confidente Peregrino’, el hombre parecía entristecerse más y su mirada se perdía en el cielo iluminado por luces de colores, mientras balbuceaba frases ininteligibles que remataba con el nombre de su esposa Stella, quien acababa de fallecer, víctima de un cáncer.